Imagina un gigante que te atrapa… no te puedes mover y, aunque grites, te tapan la boca y te rasga la vida al hacerte un daño inimaginable traspasando tu cuerpo, tu mente, tu psique desbaratando tu dignidad con violencia y maldad.
Un gigante del que no puedes escapar, porque eres pequeño y te quedas asustado y paralizado, porque ni siquiera entiendes lo que sucede y sucedió… Y te quedas a la deriva, herido, humillado y en manos de este agresor que, muchas veces, te desbarata una y otra vez.
Imagina que ese gigante te tapa la boca diciéndote que nadie te va a creer, que pasará algo lamentable si lo cuentas, que te inmoviliza con su confusa forma de ser dulce y amable a la vez que peligroso y amenazador. Así se sienten los niños, niñas y adolescentes cuando abusan sexualmente de ellos, así se sienten con cualquier abuso en donde se manosea su dignidad.
Recientemente, vi en las noticas cómo aprehendieron a algunos policías por favorecer la trata de niños en un Preventivo en Guatemala y fue muy desgarrador ver cómo le temblaban sus manitas a una niña y sangraba por haber sido abusada sexualmente POR varios presos… No puede ser y es, y sucede tristemente.
Estos son los abusos de los que se llega a tener noticia. Sin embargo, cada día 2 de 3 niños es abusado en Latinoamérica y están solitos… De cada 10 abusadores, 9 pertenecen al núcleo familiar, lo que inmoviliza muchas veces a otros miembros de la familia a proteger y denunciar… Tomemos nuestras piedras, como David, para derribar a este gigante llamado abuso sexual infantil. Juntos podemos hacer mucho, ¡despierta!
No invisibilicemos más la experiencia de las víctimas…no silenciemos, escuchar con respeto es nuestra primera piedra para derribar a este monstruo.
Rosario de Cabrera