Hace 18 años Juan Pedro Aleart de treinta y tantos años, trabaja como reportero, periodista y conductor de un importante canal de televisión en Rosario, Argentina. En esos 18 años ha relatado miles de noticias e historias a su público y hace unas semanas, tuvo el valor de narrar la suya.Cuenta que su padre fue un hombre violento en todas sus formas: física, emocional y psicológicamente. Aterrorizó a la familia. Aleart, el año pasado, en un acto lleno de valentía, denunció los atropellos a los que él, su madre y sus hermanos fueron expuestos durante tantos años. También animó y apoyó a su hermana a que lo denunciara, ya que había sido abusada sexualmente por su padre, desde que tenía tres años. Ella, durante su vida, ha sido víctima de graves problemas de salud,ataques de pánico, angustia, depresión, ansiedad, insomnio, caída de cabello, pérdida de peso; varias veces ha intentado quitarse la vida.El resultado de la denuncia fue que acusaron al padre, un prominente cardiólogo, de abuso sexual agravado y cuando lo notificaron, tomó una salida cobarde, se suicidó.Por el clima de violencia que vivían en casa, Juan Pedro y su hermano se refugiaban en casa de una tía, lamentablemente, los dos fueron abusados sexualmente por el tío político, quien aprovechó la vulnerabilidad que vivían los dos pequeños.Pasados los años, después de muchas terapias y tiempos difíciles de sufrimiento, angustia y ansiedad lograron acusar al tío pero los jueces dijeron que, aunque sus testimonios y pruebas eran creíbles y fundadas, el delito ya había prescrito. El abusador está libre, sigue dando clases en la universidad, pero también da clases de educación sexual a niños…Podría seguir contando miles de historias como esta porque el abuso sexual de niños, niñas y adolescentes (NNA) es una verdadera pandemia en el mundo de hoy. Por eso, el propósito de este blog, lejos de preocupar es hacer un alto para que nos ocupemos educándonos y buscando herramientas para identificar y luchar contra estos depredadores y así poder defender de manera eficaz a nuestros hijos, nietos,sobrinos, vecinos, alumnos, etc. para que nadie les robe su inocencia y lleven esa dura carga sobre ellos.Eduquemos a nuestros pequeños y no tan pequeños en una sexualidad sana, enseñada con gradualidad según la edad; protejámoslos y cuidémoslos ya que ellos son nuestra responsabilidad. Cuando nos cuenten algo, confiemos en ellos y que sientan la suficiente seguridad de sentirse oídos y queridos.En casa, procuremos espacios abiertos y bien iluminados, que sus habitaciones no tengan llave, ni televisión. Verifiquemos siempre lo que ven en los dispositivos de los que dispongan y, de más está decir, que éstos deben tener filtros y control parental para que los padres siempre sepan a lo que acceden. Cuidemos lo que escuchan y las amistades que frecuentan. Estemos alertas.
María Luisa Bonilla